La leche, ese alimento sagrado que siempre fue uno de los pilares fundamentales para crecer “sanos y con huesos fuertes”, ahora está en discusión. Por un lado hay corrientes médicas que siguen sosteniendo la importancia de los lácteos en la dieta desde la niñez. Por el otro, algunas tendencias alimentarias (como el veganismo, vegetarianismo, crudivorismo, macrobióticos, naturismo etc.), proponen reemplazar su consumo por el de otros alimentos.
La licenciada Ana Lía Aguado, nutricionista naturista, comenta que uno de los motivos por el que muchos profesionales hoy no los recomiendan, es porque entienden que la alimentación que nos corresponde como seres humanos es la que se relaciona a nuestra fisiología digestiva.
Para quienes siguen esta línea, la leche de vaca es el “mejor alimento para los terneros” (porque está adaptada a sus necesidades nutricionales), pero no para los seres humanos, a quienes su consumo puede afectar tanto por sus componentes naturales (proteínas: la caseína; hidratos de carbono: la lactosa; lípidos: las grasas saturadas), como por sus componentes agregados: antibióticos, hormonas de crecimiento, y aditivos químicos (conservantes, saborizantes, colorantes).
“Durante la infancia, desaparecen de nuestro aparato digestivo las enzimas que digieren algunos de los componentes principales de los lácteos: la caseína, y la lactosa. Y esto se da porque allí dejamos de ser lactantes, no vamos a consumir más leche materna”, explica Aguado. Y agrega: “El seguir consumiéndolos hace que surjan alteraciones en el organismo tales como: alergias, sinusitis, infecciones de amígdalas y oídos, asma, anemia, diabetes, artritis, y hasta osteoporosis, por mencionar algunas”.
“Durante la infancia, desaparecen de nuestro aparato digestivo las enzimas que digieren algunos de los componentes principales de los lácteos: la caseína, y la lactosa. Y esto se da porque allí dejamos de ser lactantes, no vamos a consumir más leche materna”, explica Aguado. Y agrega: “El seguir consumiéndolos hace que surjan alteraciones en el organismo tales como: alergias, sinusitis, infecciones de amígdalas y oídos, asma, anemia, diabetes, artritis, y hasta osteoporosis, por mencionar algunas”.
Por otra parte, –dice Aguado- “las vacas lecheras son sometidas a terribles condiciones de hacinamiento, ordeñe intensivo, embarazos forzados, administración de antibióticos, hormonas y tranquilizantes, con el fin de obtener ‘la súper vaca’ para producir más y más leche. Y esto no es saludable bajo ningún punto de vista”.
Nuevas miradas
Nuevas miradas
“Dos tercios de la población mundial no consumen lácteos, y no padecen cánceres genitales, ni problemas gastrointestinales, ni respiratorios, ni dérmicos, y ni siquiera osteoporosis”, afirma el doctor Jorge W. Díaz Walker, médico pediatra vegetariano. Y sigue: “La única leche que debemos consumir como seres humanos es la de la mujer, hasta los dos años como mínimo, y el destete debe ser un ‘desleche’”.
Pero ¿cómo se incorpora el calcio si se dejan de lado los lácteos? Walker dice que “llevando una dieta orgánica y equilibrada se puede obtener el calcio necesario: “Se puede consumir a través de los cereales, las legumbres, los porotos o las verduras. Todos tienen calcio, y es un calcio que va directamente al hueso”, detalla Walker.
A la hora de dejar la leche, una propuesta de muchos especialistas naturistas es la de consumir “horchatas” (bebidas endulzadas con miel o dátiles) que se obtienen a partir de cereales (como arroz integral, avena, quínoa, cebada), o semillas (sésamo, girasol, zapallo y frutas secas como almendras, avellanas o nueces): “Contienen los nutrientes del cereal, el fruto seco o la semilla de origen. Son ideales para hacer en casa y se debe tener en cuenta que tienen un limitado tiempo de conservación: 48 horas en la heladera”, recalca Aguado.
La contraparte
Pero no todos sostienen las mismas ideas: “Desde tiempos ancestrales, el hombre es un mamífero que toma leche materna y luego la reemplaza por algún lácteo procedente de un animal. Cambiar esto por otro tipo de alimento, tendría que estar fundamentado en serios y múltiples trabajos de investigación. Llevaría mucho tiempo corroborar fehacientemente la mayor utilidad de otros alimentos en reemplazo de los lácteos”, explica Etelvina Rubeglio, médica pediatra y microbióloga, ex jefa de microbiología de los Hospitales Ricardo Gutiérrez y Juan P. Garraham.
Pero ¿cómo se incorpora el calcio si se dejan de lado los lácteos? Walker dice que “llevando una dieta orgánica y equilibrada se puede obtener el calcio necesario: “Se puede consumir a través de los cereales, las legumbres, los porotos o las verduras. Todos tienen calcio, y es un calcio que va directamente al hueso”, detalla Walker.
A la hora de dejar la leche, una propuesta de muchos especialistas naturistas es la de consumir “horchatas” (bebidas endulzadas con miel o dátiles) que se obtienen a partir de cereales (como arroz integral, avena, quínoa, cebada), o semillas (sésamo, girasol, zapallo y frutas secas como almendras, avellanas o nueces): “Contienen los nutrientes del cereal, el fruto seco o la semilla de origen. Son ideales para hacer en casa y se debe tener en cuenta que tienen un limitado tiempo de conservación: 48 horas en la heladera”, recalca Aguado.
La contraparte
Pero no todos sostienen las mismas ideas: “Desde tiempos ancestrales, el hombre es un mamífero que toma leche materna y luego la reemplaza por algún lácteo procedente de un animal. Cambiar esto por otro tipo de alimento, tendría que estar fundamentado en serios y múltiples trabajos de investigación. Llevaría mucho tiempo corroborar fehacientemente la mayor utilidad de otros alimentos en reemplazo de los lácteos”, explica Etelvina Rubeglio, médica pediatra y microbióloga, ex jefa de microbiología de los Hospitales Ricardo Gutiérrez y Juan P. Garraham.
La doctora Mónica Katz, nutricionista, se anima a afirmar que estas tendencias anti-lácteos, tienen más que nada que ver con una postura anti-mercado: “La leche nos acompaña a lo largo de la historia del hombre y no hay evidencias de que haya representado vector de enfermedades más allá de las trasmitidas por gérmenes que la leche contenga”, dice Katz. Y agrega: “Por supuesto que los frutos secos, las sardinas y las anchoas, legumbres y vegetales verdes oscuros como espinaca, acelga, brócoli aportan algo de calcio pero con diferente biodisponibilidad”.
Al respecto, la profesora María Inés Somoza, Directora de la Carrera de Nutrición de la Universidad Favaloro, agrega que esto significa que la mayor parte del calcio de los alimentos se encuentra formando complejos con otros componentes dietéticos. En los alimentos de origen animal como la leche, el calcio está unido a las proteínas de mayor solubilidad. Pero cuando el calcio está en alimentos de origen vegetal como (por ejemplo en las almendras), se une a sustancias que forman complejos que dificultan su absorción a nivel del intestino para poder ser aprovechado”, comenta Somoza. Y agrega: “La horchata de almendras es un producto líquido que proviene de la presión de las almendras cocidas y exprimidas y luego tamizadas. No es un reemplazo de la leche, y no contamos con tablas de composición química que nos permitan conocer con exactitud los nutrientes que aporta”, comenta Somoza.
Por su parte, la licenciada Gabriela Firpo, Nutricionista de la División Nutrición del Hospital Universitario de la Fundación Favaloro, subraya: “Las personas que por elección no consuman ningún lácteo, es conveniente que consulten con un profesional que los asesore sobre el plan alimentario adecuado para cubrir éste nutriente”.

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